martes, 6 de octubre de 2009

Cansino



Entre las cientos de páginas que se han vertido durante los últimos meses sobre el caso Gürtel hay una pendiente de escribir. Sí, amiguito del alma, tú lo sabes. Es la historia verdadera de Paco Camps. Que yo sé, como cualquier otro, lo bonito que estar en el PP de la Comunidad Valenciana y tener tanta gente que te quiere tanto. De corazón, como mosqueperros, todos.

Falta por escribir la página sobre los quebraderos de cabeza de un ser transido de historia y transitado por el destino. Ese profeta de los trasvases de valores, ese coleguita de los suyos. Te lo juro, tío, que te quiero con el alma entera. Falta que alguien le cuente (publique) las luces que circundan su amplia frente.

Los periódicos no inciden en que nunca debió llegar a presidente de la Generalitat Valenciana. En la cueva de los ladrones está o Ali Baba o la Guardia Civil, los amiguitos del alma no valen para estas cosas. Pero cómo nos queremos, jopetas. Cómo nos buscan las cosquillas estos escindidos socialistas. Tan peseteros ellos. Cómo nos miran con envidia los que no tienen mi donaire y me hacen preguntas y se hacen llamar periodistas. No los soporto. Jo tío, que no vengan más. Hablemos de nuestras cosas bonitas.

A Camps le llamaban, ésos, los malos, el chaval de la peca, el enterrador, el padre Apeles y otras tantas maldades más. Increíble. Tan bonitos como es, tan bonitos como somos. Nadie le tomaba en serio. Fue candidato por esos equilibrios de poder en los que juega la Iglesia y los medios callaron, altaneros.

Los medios de comunicación callaron, cobardes, cuando siendo delegado del Gobierno, a rebufo del brazo incorrupto del PP, puso en peligro las vidas de los veraneantes de Santa Pola durante una de las habituales campañas veraniegas de ETA. Fue presidente a la sombra de una zeta y los medios callaron, sometidos. Fue traidor y los medios callaron, aliviados.

Entonces llegaron los coleguis maravillosos, cómo nos queremos tío, joputa, que tienes un amigo wonderful, y todo es bonito, que te lo cuente Ricky Costa, que es un cachondo. Todo apostura. Miles de gaviotas vuelan a mi alrededor, y Gerardo Camps está de fiesta y González Pons es una risa, pero mejor en Madrid, que es un liante.

En torno a este amiguito, alrededor del Molt Honorable, se construyeron entonces castillos en el aire con halagos y petulancia y engreimiento y desdén como algamasa. No te olvides hermano, compadre, que tenemos que hablar de lo nuestro. Te mando un traje. Nunca olvidé cuando me dijiste que a mí no me iba a faltar nada en ese Levante de felicidad eterna. Esa Terra Mítica de cartón piedra. Menudo jardín de felicidad. Menudo romeral.

Los medios dejaron de ser atendidos. Las ruedas de prensa desaparecieron. Canal 9 se llenó de actos religiosos, que se unieron a las chusca manipulación anterior. Y nadie dijo nada mientras se acumulaban los fotogramas en romerías, procesiones, cirios, santas faces y faces duras.

Se postuló el bon chic para grandes alardes en Madrid y nadie dijo nada. Todos callaron y prefirieron ver al amiguito, ay, estrellarse con el timón de navegación roto. Nadie lanzó la voz de alarma. No dijero no, que siendo así, hay determinados juegos a los que no se juega. Que en la torre de marfil se puede mirar la eternidad... como espectador.

Si todo esto se hubiera dicho, quizá hoy todos los valencianos no estarían siendo avergonzados en público por ese ser eterno, ese amiguito del alma, ese Camps. Es lo que pasa cuando los medios callan y dejan que las cosas sigan su discurso natural... tan bonito, tan amiguito, tan genial.

Dicen que llega la hora de Rito Barberá. Otra Amiguita, amiguito del alma.



http://www.youtube.com/watch?v=VNqZwAonr28

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